¿Por qué te conviene navegar a vela? Puede que seas un pirata consagrado y que empezases, como muchos de nosotros, tu loca carrera de correrías y abordajes por los océanos del Mundo siendo un chiquillo, tras tu primera lectura de “La Isla del Tesoro”. O quizá tuvieses el primer anhelo de mar al contemplar una fotografía de la pequeña y brava Ellen McArthur, arriando el spinnaker en la proa de su Kingfisher, mientras batía el récord mundial de circunnavegación en solitario, convenciéndote de que ser mujer sólo te hace las cosas más difíciles en tierra y no navegando.
En cualquier caso, si eres de esas personas que hace tiempo que se enganchó al salitre, al viento en las velas, estas líneas sólo te harán recordar lo que ya sabes: hay muchos motivos por los que navegar a vela es bueno para el espíritu.
Añade navegar a tu lista de nuevos propósitos 2020
Pero también es probable que nunca hayas pisado la cubierta de un velero. Que tu encuentro con este artículo haya sido pura casualidad y jamás hayas sentido la llamada del Océano. Quizá -sólo quizá- pueda ayudarte a incluir el navegar a vela entre una de esas actividades que deberías añadir a tu abarrotada lista de nuevos propósitos para el año que viene... Porque, seas como seas, te lo puedo asegurar, navegar a vela te hará bien.
Navegar es asequible
Abandona el tópico de que hacerse a la mar es una actividad extrema, técnicamente compleja y extraordinariamente cara. Es probable que dar la vuelta al planeta, lanzado a toda pastilla en un gran barco de regatas, sí que sea una empresa inabordable para la mayoría, pero hacer una salida de unas horas en velero, muy cerca de donde vives, te supondrá el mismo gasto que un almuerzo fuera de casa y, desde luego, mucho menos que una noche de copas.
A cambio, descubrirás que, apenas unos metros más allá de la costa, se abre un universo por explorar, en el que las ataduras que te oprimen en tierra se diluyen con la primera brisa; en el que las leyes que rigen son simples y naturales y te devolverán a un estado de conciencia que, muy seguramente, no sentías desde que dejaste de ser niño.
Descubre un universo por explorar
De ti dependerá escoger hasta que punto quieres llevar tu viaje por ese nuevo universo: puede quedarse en una experiencia ocasional, siempre con buen tiempo, mar agradable y cercana a casa; o puede convertirse en un modo de vida, en una manera de descubrir tu lugar en el mundo, recorriendo litorales desconocidos y exóticos, en un navegar sostenible e indefinido, que te haga conocer durante años -quizá, si eres afortunado, durante toda una vida- personas y situaciones nuevas que nunca imaginaste.
¡Vive simple, vive mejor!
Para bien o para mal, como todos los espejos mágicos, la superficie pulida del Océano será capaz de mostrarte también tu auténtica naturaleza -prepárate a hacerle frente- porque a bordo del limitado espacio de un velero, no queda lugar para los artificios con los que cargamos en nuestra vida común y sólo podrás llevar lo básico: pantalones, un par de camisetas, un par de mudas, la chaqueta impermeable, algo de música, lectura... y tu verdadera personalidad.
La convivencia en grupo
Pero no te preocupes si hace tiempo que peleas contigo mismo: es cierto que la convivencia en un barco es un catalizador de relaciones humanas, en el que las horas compartidas con los compañeros de tripulación equivalen a muchos años convividos en tierra, pero también es cierto que la navegación te dará la oportunidad de “crear” una nueva personalidad: en cuanto pongas
un pié en cubierta podrás reinventarte, decidir los rasgos fundamentales de tu rol como tripulante.
¿Quién optarás a ser? ¿El optimista, extrovertido, dispuesto a sacar provecho hasta de los momentos más difíciles? ¿La que se concentra en destilar experiencias únicas, parca en palabras pero competente en las tareas, a la que todos respetan? Escoge qué rasgos de ti son aquellos que siempre consideraste más valiosos y date a conocer por ellos. Todos asumirán como cierto aquello que demuestres con hechos, porque todos partirán de cero contigo. En el barco no importa qué hagas en tierra: importa lo que quieras aportar a ese nuevo organismo acuático que estáis creando entre todos y en cuyo éxito os va la supervivencia.
Te harás adict@ a la Mar
Lo mejor de todo es que, una vez terminada la singladura, cuando desembarques, podrás llevarte a casa en tu petate de loba de mar esa personalidad que habrás creado a golpe de voluntad y esfuerzo y convertirla, de una vez por todas, en tu mejor y verdadera versión. Y cuando, pasados los días, la loca rutina terrestre este diluyendo tu capa de salitre, podrás volver a embarcarte de nuevo. Al fin y al cabo, lo más adictivo de la Mar ha sido siempre que es un espejo casi infinito en el que mirarnos y descubrirnos mejores y más capaces.
Por todos estos motivos encontrarás el por qué te conviene navegar a vela.